jueves, 19 de noviembre de 2009

No te salves

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti

sábado, 14 de noviembre de 2009

Elegía para mí y para tí.

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.

Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.
Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.

Yo pensaré quizá: " Qué linda es todavía ".
Tú quizá pensarás: " Se está poniendo viejo "
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.

Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....
Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.

Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.

Y cada primavera renacerán las rosas,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

Jose Ángel Buesa.

Ojalá nunca hagamos nuestro este poema.
Porque nosotros somos especiales.
Y porque no voy a dejar que te vayas tan fácilmente.
Aún sigo viendo horas repetidas.
Y el 17 me persigue.
Y la lluvia sigue cayendo entremezclada con el viento.
Esto tiene que significar algo ¿no?

lunes, 2 de noviembre de 2009

Cuentos para la siesta

El otro día vi un hada llorando. Estaba sentada en unas escaleras de una salida de metro. Pasaba inadvertida. Como una colilla pisada. Se encogía de pena. Como sólo las hadas, seres maravillosos, saben hacerlo. Sus lágrimas eran como gotitas de luz. Al ser de noche iluminaban aquel rinconcito de manera prodigiosa. No me quise acercar por no asustarla. Aquel momento era tan bonito y tan triste a la vez... Y allí me quedé a distancia prudencial, observando cómo un charquito de sol se formaba a sus pies. Y nadie más podía verlo... Solamente yo era capaz. Porque no todo el mundo tiene abierto el corazón. Porque no todo el mundo está dispuesto a dejar entrar la magia. Porque las cosas especiales sólo se ven con el alma.