lunes, 2 de noviembre de 2009

Cuentos para la siesta

El otro día vi un hada llorando. Estaba sentada en unas escaleras de una salida de metro. Pasaba inadvertida. Como una colilla pisada. Se encogía de pena. Como sólo las hadas, seres maravillosos, saben hacerlo. Sus lágrimas eran como gotitas de luz. Al ser de noche iluminaban aquel rinconcito de manera prodigiosa. No me quise acercar por no asustarla. Aquel momento era tan bonito y tan triste a la vez... Y allí me quedé a distancia prudencial, observando cómo un charquito de sol se formaba a sus pies. Y nadie más podía verlo... Solamente yo era capaz. Porque no todo el mundo tiene abierto el corazón. Porque no todo el mundo está dispuesto a dejar entrar la magia. Porque las cosas especiales sólo se ven con el alma.

2 comentarios:

  1. Ha funcionado, quiero echarme una siesta.
    Muy bonito ginie
    nane nane ;)

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  2. Es precioso!!! me encanta, y usas lo que os digo y siempre atodos, udsad el corazón para poder ver lo que nos ofrece la vida, él siempre nos guía por el buen camino, aunque casi siempre es el más dificil...

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