
"Que se supone que hay ciertas cosas que merecen mucho la pena...
Tanto, tanto... que hay que luchar hasta el final"
Eso me dijiste una tarde de invierno.
Y yo te creí.
Porque me enseñabas algo nuevo cada día.
Y lo llevabas al límite de los imposibles.
Lo pintabas en cada momento.
Lo entregabas como un tesoro.
Y la pasión era tu arma de doble filo.
Y luego, cuando por fin llegó el fin
te fuiste sin intentarlo.
Y ahí me quedé yo,
escuchando tus pasos.
Mientras recordaba que,
todo lo que me habías contado,
era mentira.
Ginie
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