jueves, 21 de mayo de 2009

Epílogo

Antes de su final inmerecido
Luz abrió por última vez sus ojos
y su mirada fue una despedida

nunca podré olvidar
esos ojos tan míos
resumiendo una vida
dando un amor postrero
más o menos consciente
del temblor de mis manos

de ahora en adelante
aunque comparta el tiempo con cercanos
con los míos de siempre
y pregunte y responda y hasta ría
mi alma estará sola en su guarida
con su resignación involuntaria
rodeada de memorias imborrables
e insomnios invadidos de tristeza

y así una noche llegaré en silencio
al borde de mi último destino.

Mario Benedetti (Canciones del que no canta)

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